En 1894, Lowell fundó un observatorio astronómico cerca de Flagstaff, Arizona EEUU, con el propósito de estudiar el Sistema Solar y lo dedicó, entre otros asuntos, a buscar este astro esquivo. Durante años, él y William Pickering lo rastrearon. Lowell murió en 1916 sin haberlo encontrado. Pero el Planeta X sí estaba allí.
¿Cómo consiguió Tombaugh lo que sus antecesores no pudieron? Durante años tomaron fotografías de diversas zonas del cielo. Luego, se compararon con un microscopio de parpadeo, que mostraba alternativamente una y otra imagen de manera que, si algo se desplazaba, llamaría la atención. Y así, tras cuidadosas observaciones, confirmaron el desplazamiento de un objeto casi imperceptible: un nuevo planeta.