Años después, en 1929, Russell, confirmaría, mediante un enfoque teórico distinto y nuevas pruebas experimentales, la validez de las conclusiones de Cecilia Payne.
El reconocimiento de la investigación de Cecilia Payne hizo que su trabajo se considerase como una revolución en el campo de la astrofísica. Para el astrónomo Otto Struve se trataba de “la tesis doctoral más brillante jamás escrita en astronomía”.
Desde entonces, la carrera de Cecilia Payne-Gaposchkin no dejó de crecer, llegando a ser profesora y la primera mujer en dirigir un departamento de Harvard.